La neurociencia fue el comienzo de todo. Es como un gran melón: una vez que lo abres, no puedes parar. O eso me ha pasado a mí.
Te proporciona herramientas para respetar y optimizar el neurodesarrollo, para conocerte y entenderte, para mejorar la atención, la memoria, el poder del lenguaje, las funciones ejecutivas...
Y lo más importante, te enseña que todo está dentro de uno mismo, en el cerebro.
Por supuesto, también descubres cómo se produce el aprendizaje. Un proceso químico y eléctrico que se produce de manera real y visible en el cerebro. Tan real que llevamos ya 10 años de conexión estrecha.
Conociendo el cerebro, se puede vivir mejor.
La neurociencia y la neuroeducación implican una renovación total en la concepción y el pensamiento de la vida. Esto me llevó a seguir estudiando y profundizando (el colegio me apoyó, me ayudó con la formación y la realización de las prácticas).
Hoy en día, me encuentro buceando en el gran océano de la salud integrativa, que va desde la nutrición (ahora estudio para ser tsd), el descanso hasta la necesidad vital del deporte.
Se trata de mirar a la persona como un todo, nada de parcelas y especialidades, una visión general y completa de uno mismo. Igual que trabajamos para conseguir una carrera universitaria o una casa, también tenemos que trabajar por nuestra salud. El esfuerzo, como dice una buena amiga, es innegociable.
La inquietud por lo social también tenía que ser parte fundamental de la propuesta. Colaborar en comunidad por y en la sociedad. Las carreras solidarias, lo teníamos.
En esa salud integrativa está sin duda la necesidad vital de tener una tribu, un equipo, una comunidad.
Todo junto: cerebro, corazón, deporte y...
Pero corría sola. No había gente en el entorno cercano con fuerzas o ganas de madrugar para correr, no para comer churros, sino para hacer algo diferente y por una buena causa.
Y en la última carrera de la mujer, fue donde llegó la inspiración. Lo que creía que era un grupo de madres con sus hijas, eran profesoras con sus alumnas y alguna mamá.
Ahí explotó la cabeza: ahora sí que estaba todo junto. Era lo que faltaba.
Cerebro, corazón, deporte, la vocación y un equipo, una comunidad.
Ese mismo lunes de mayo estábamos en el despacho exteriorizando la idea que hoy se ha llevado a la práctica, a la realidad.
Nos ha faltado un banderín, pero nos han sobrado ganas.
Así que muchas gracias a todos los Runners. Los que hemos corrido o andado hoy y los que están por venir. Cuantos más, mejor. Aquí cabemos todos, estamos en casa.
Más carreras, más comunidad, más salud...
Patricia Real